viernes, 29 marzo 2024

asun olaecheaEl pasado 25 de noviembre comparecí en el Parlamento para explicar el informe de las cuentas generales de Navarra de 2015, que ofrece una visión general sobre la situación de nuestra Hacienda. Una situación que califiqué de delicada y preocupante, teniendo en cuenta dos aspectos fundamentales. 

Por un lado, el volumen de deuda alcanza los 3.300 millones, mientras que en 2010 apenas superaba los 800 millones. Además, esa evolución no se detiene por el momento, ya que la Administración Foral no cuadra en sus cuentas anuales gastos e ingresos no financieros. El año pasado, en concreto, los gastos sumaron 163 millones más que los ingresos.

Sin fiarlo todo a una reactivación  económica que conlleve un significativo aumento de ingresos, urge plantearse medidas que reconduzcan la situación, principalmente porque no podemos seguir incrementando una deuda cuya carga financiera supone el 11% del gasto anual: 415 millones. 

Esto exige actuar teniendo en cuenta tanto gastos como ingresos. Respecto a los primeros, dejando a un lado los estructurales fijos, conviene hacer un replanteamiento global y, por supuesto, poner el acento en la eficiencia, en la forma de hacer más con menos. Las administraciones públicas -también la nuestra- tienen margen suficiente para incrementar su eficacia, reto en el que la Cámara de Comptos quiere participar realizando auditorías operativas y recomendaciones de buena gestión.

En cuanto a los ingresos, parece importante actuar de una manera responsable a la hora de fijar las políticas fiscales, aparcando demagogias y tentaciones de utilizar los impuestos (su bajada, más bien) como reclamo electoral. Sin perjuicio de la solidaridad con el resto de territorios del Estado, Navarra tiene autonomía en la materia. La ciudadanía tiene que saber que la calidad de los servicios públicos está ligada al pago de impuestos, obligación de todos los ciudadanos. Y esto exige un decidido combate contra el fraude fiscal, una práctica éticamente inaceptable que detrae recursos a las administraciones públicas, gravando más a quienes cumplen correctamente con el pago de sus tributos.  Las políticas de exenciones y bonificaciones fiscales deben ser también objetivo de análisis para comprobar si están cumpliendo con los objetivos que se marcaron o deben replantearse.

Relacionado con nuestra autonomía financiera, el Gobierno de Navarra tiene actualmente un importante reto con gran trascendencia económica: la negociación del Convenio Económico con el Estado. En los últimos informes anuales sobre la cuenta general de la Administración Foral hemos puesto de manifiesto el importante incremento de la aportación de Navarra a las cargas generales del Estado. En 2015, la aportación sumó 618 millones y, por primera vez, se situó como segundo capítulo del gasto liderado por la Sanidad y superando a lo invertido en Educación.

Teniendo en cuenta que está pendiente la renovación del Convenio Económico con el Estado, aplazada en los últimos meses por la falta de asun comptos 6interlocución en Madrid, urge abordar ese acuerdo que, en mi opinión, es uno de los principales retos de esta legislatura. Bueno sería, en este sentido, el máximo consenso político en materias clave para el futuro de nuestra comunidad como ésta, que de manera importante condicionará la situación económica de la Hacienda Foral en los próximos años.

Hablando en nombre de la Cámara de Comptos, institución que simboliza la pervivencia de nuestros derechos históricos, tampoco quiero olvidar la necesidad de profundizar en nuestro autogobierno, en el convencimiento de que una Administración cercana y con una sólida cultura de gestión como la nuestra es la mejor garantía para una eficaz prestación de los servicios

Esa garantía se la debemos a a la profesionalidad de los más de 20.0000 funcionarias y funcionarios, el mayor activo de nuestra Administración Foral. Por ello, una gestión de recursos humanos que busque la motivación, la renovación y la reducción de la alta temporalidad aún existente, será clave para aumentar la eficacia y eficiencia en la gestión de los fondos públicos.

Esperamos también que nuestra Administración Foral pueda aumentar el nivel de inversiones, tras unos años en los que han caído de manera radical, y que se ponga el acento en las inversiones estratégicas y productivas, en las relacionadas con la innovación, la investigación y el desarrollo

Un último comentario respecto a los entes locales de Navarra, cuyo control supone aproximadamente un tercio de la labor de la Cámara de Comptos. En general, sus gestores merecen una felicitación porque han sido capaces de mantener el equilibrio financiero en medio de una gran crisis de ingresos. Lo han hecho ajustando los gastos corrientes y reduciendo radicalmente las inversiones. Como principal reto queda pendiente la renovación del mapa local para que nuestro sector local, tan atomizado, pueda adecuarse a las necesidades del siglo XXI, ofreciendo a la ciudadanía los mejores servicios de la manera más eficaz y eficiente posible. 

Asun Olaechea Estanga
Presidenta de la Cámara de Comptos 


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